lunes, junio 26, 2006

Prisioneros de nuestro esquema mental

Hola

Quiero contarte algo que pone de manifiesto como somos prisioneros de nuestros esquemas mentales.

Esta mañana recibí una llamada de mi abuelo desesperado porque no conseguía hablar con mi abuela que esta hospitalizada. Ellos son muy mayores y se tienen principalmente el uno al otro.

La locución automática del hospital le pedía marcar la extensión de la habitación y tras hacer eso el no conseguía ningún resultado.

Yo había podio realizar la llamada desde mi casa sin problemas, pero daba parecía que mi abuela haciendo lo mismo no conseguía el mismo resultado.

Mi abuelo nació en una época en la que no todas las casa tenían teléfono o televisión. De hecho muy pocas lo tenían. Y para él todos estos cacharros tecnológicos son un reto.

Estos cacharros deben de hacer las cosas bien y si no funcionan es que el que los usa no sabe como hacerlo. Este es su razonamiento.

Ante su desesperación por no poder hablar con mi abuela he decidido ir a su casa a ver que podía pasar.

Efectivamente una vez que nos pedían la extensión de la habitación del hospital y la marcábamos nos quedábamos sin señal.

Tranquilo abuelo que no es que tú hayas hecho nada mal.

El modelo de teléfono que tiene posee dos modalidades para llamar un DEC y otra MF, multifrecuencia, que es la que permite usar el sistema de conectar con extensiones.

Yo tenía alguna idea de esto y simplemente he tenido que informarme en Telefónica sobre el uso del modelo de teléfono y como cambiar de una opción a otra.

Tras mover una simple pestaña del teléfono hemos podido usarlo para conectar con la extensión de la habitación del hospital y asegurarnos que mi abuela estaba bien.

Por qué te cuento toda esta historia. Mi pobre abuelo no se planteaba que algo fallaba en el teléfono. Era prisionero de un esquema mental que le decía que si el teléfono funcionaba para llegar a oír la locución del hospital pidiendo la extensión a la que se quería hablar el resto debía de funcionar. Por tanto, si no funcionaba era él el que hacia algo mal.

Alguien más acostumbrado al uso del teléfono (cuando yo nací el teléfono ya estaba en todas las casas) inmediatamente ha sospechado de que lo que pasaba tenia que ver con el aparato y el modelo de teléfono.

Dos esquemas mentales distintos. Haciendo lo mismo obteníamos resultados distintos. Mi abuelo pensó que era él el que hacia algo mal. Yo pensé que había alguna diferencia en lo que hacíamos. Efectivamente, usábamos un modelo de teléfono distinto.

¿Cuántas veces te has echado la culpa de cosas que estaban más relacionadas con otros factores?

¿Te centras en buscar al culpable, a una cabeza de turco, o buscas centrarte en lograr una solución?

¿Te desesperas ante la más mínima adversidad?

¿Te consideras torpe para el uso de los cacharros electrónicos, o en algún otro área en particular? ¿ Esta realmente justificado que te sientas inútil en esa área?

Nos refugiamos tras excusas como la edad para dejar de aprender determinadas cosas y actualizar nuestras habilidades. Seamos conscientes de que eso son excusas. Nada impide que una persona mayor se convierta en un experto en informática, que alguien mayor pierda peso o que abandone el habito de fumar por poner algunos ejemplos.

Estas son limitaciones referidas a las creencias sobre lo que podemos y no podemos hacer que a una realidad.

Desafía tus creencias y sorprende a tus amigos y familiares aprendiendo o realizando ese tema en el que te consideras más torpe o incapaz.

Puedes hacerlo. La satisfacción de lograr esa autonomía, ese triunfo, merece el esfuerzo.

Además es muy divertido ver las caras de asombro de los demás cuando haces eso que ellos ya daban por imposible en ti.

Crece y Gana


Fernando Manzano

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